Hay dos continentes que atraviesan diversos problemas
(África y América Latina) no registrados en la
política exterior de los EEUU.
El gran suspiro de alivio que llegó con la asunción de Obama,
no alcanza a despejar las incógnitas sobre esta parte
del mundo.
Mundo crecientemente globalizado y transnacional donde
los gobiernos democráticos coexisten con poderes económicos
que tienen enorme influencia sobre los resortes del
estado, pero que están más allá de su control.
Efectivamente, más que en el pasado, los gobiernos están
bajo presión de una opinión pública monitoreada por esos
factores y eso restringe sus opciones, los partidos políticos
que en algún momento fueron el soporte de esos gobiernos
se han desmoronado, pero los gobiernos no pueden dejar
de gestionar, asesores y expertos insisten en hacer
ver a los presidentes al frente de la acción, multiplicando
gestos, realizando anuncios, haciendo
obras, forzando a una intensidad de gestión sin
lugar a dudas de creciente desgaste.
Todos los mecanismos de estado se encuentran
confinados dentro de los fronteras nacionales para
enfrentar a un mundo interconectado.
Estamos confrontando con los desafíos del siglo XXI,
con instrumentos inapropiados, ¿Cómo ser efectivo en el
marco de una economía globalizada la cual opera por medio
de unidades heterogéneas para los cuales son irrelevantes
la legitimidad política o el interés común?
Sobre todo nos debatimos ante un gigantesco impacto ambiental
de imprevisibles consecuencias y la solución no se
podrá construir contando votos o midiendo la preferencia de
los consumidores.
Encaramos el tercer milenio con todos estos obstáculos que
interpelan nuestra condición.
Friedrich Nietzche decía: “Solamente aquel que construye
futuro tiene derecho a juzgar el pasado”.¿Qué piensa la ciudadanía sobre la economía y la sociedad?.
La encuesta Latinobarometro nos ofrece algunas pistas:
La democracia se ha activado.
Los ciudadanos están votando en proporciones
crecientes, pero además están fortaleciendo las
formas de participación política no convencional.
Así han revalorizado el papel de “las marchas,
protestas, y manifestaciones en la calle”. El 63%
piensan que son normales en democracia”, el 59%
que son “indispensables para que las demandas
sean escuchadas” y el 56% que “es una manera que tienen
hoy los jóvenes de sentirse parte de algo”.
Las agudas desigualdades siguen vigentes
La mitad de los encuestados considera que las desigualdades
no han disminuido durante la democracia. Sólo un 21%
piensa que si lo han hecho.
Los más discriminados, los jóvenes pobres.
En la mayor parte de los países hay más de un 80% que
dice que hay personas discriminadas. Aparecen como los
más discriminados según las percepciones los pobres seguidos
por los indígenas. Dos terceras partes dicen a su vez
que “la policía es más propensa a detener a un joven que a
un adulto”. Por ende, ser pobre y joven es captada como la
condición más estigmatizada en sociedades que ven fuertemente
discriminatorias.
El Estado debe resolver los problemas.
Cuando se pregunta si el “Estado o el mercado” deben resolver
los problemas, una amplia mayoría se inclina por el
Estado. Cuando se interroga sobre si determinadas actividades
deberían estar mayoritariamente en manos del Estado:
educación básica (86%), universidades (82%), petróleo
(80%), teléfonos (71%).
Desconfianza
El 70% piensa que “los países están gobernados por unos
cuantos grupos poderosos en su propio beneficio”
La crisis internacional encuentra a América Latina más preparada
que en otros momentos, presenta fortalezas macroeconómicas
propias de los noventa, pero insoslayables
a la hora de evaluar la economía; Evo Morales considerado
un “populista” tiene el superavit fiscal más alto de la historia
de Bolivia, desde Lula hasta Kirchner hubo un aprendizaje
de la historia reciente y aún con medidas audaces en la
apropiación de la renta se comprende el valor de una economía
ordenada y con inflación controlada. Sin embargo a
pesar del crecimiento, ha sido lento el restablecimiento de la igualdad… a finales del 2007 había un 39% más de pobres
que en 1980.
Este viento fresco que viene de Washington significa el fin
de la era Bush pero de modo alguno habrá cambios sustanciales
sobre América Latina, somos los pueblos quienes
no debemos dejarnos encandilar por los sucesos mundiales
abandonando definitivamente las políticas de ajuste convencional
que sacrificaron generaciones enteras.
Habrá que hacerlo, para ser dueños del futuro ejerciendo
la movilización popular, renovando nuestras estructuras y
nuestros compromisos, no olvidando que 14 presidentes en
los últimos 20 años no pudieron terminar su mandato porque
lesionaban los intereses de la mayoría.
Juan Carlos Schmid
Secretario Adjunto